Cuesta reconocer que el mundo que percibimos es una interpretación de una realidad que nunca sabremos cómo es. La limitación de nuestros órganos sensoriales, que pueden percibir dentro de un rango concreto de estímulos, nuestra biografía personal, el azar, los modelos…
Existen múltiples factores que hacen que una situación sea percibida de forma diferente por cada uno de los observadores. Si eso es así, si no estamos en disposición de la verdad más absoluta, podemos comenzar el proceso de aceptación de los demás como legítimos “otros”, sin por ello tener que hacer nuestras sus interpretaciones de la realidad.