No sé quien dijo que en el término medio está el secreto del equilibrio personal.
Yo no puedo asegurarlo del todo pero he observado, en ocasiones, que un exceso de “gasolina” en nuestro organismo puede llegar a desgastarnos negativamente. Uno de nuestros «combustibles» más famoso es la hormona de la adrenalina que la segregamos, principalmente, como respuesta a situaciones de tensión o amenaza. Esto hace que nuestro organismo esté preparado para la defensa: aumenta el ritmo cardiaco, la tensión arterial y nuestra atención se multiplica.
El uso de la adrenalina para nuestra reacción ante imprevistos debe ser temporal. Cuando se cronifica debido a periodos largos de tiempo de tensión y estrés, se convierte en un mal compañero. Ejemplos de sometimiento continuo a la hormona lo podemos encontrar en los atascos de tráfico, presión en el trabajo o pensamientos obsesivos, por mencionar algunos.
¿Utilizas la adrenalina para tus objetivos o te utiliza ella a ti?
¿Qué haces para limitar en el tiempo su efecto?
¿Aplicas o conoces estrategias que permitan gestionar el estrés y no cronificarlo?