Las últimas semanas hemos trabajado en una organización impartiendo un taller de inteligencia emocional.
Es de agradecer que las empresas apuesten y ofrezcan una formación semejante a sus colaboradores. En el mundo tan hiperactivo en el que convivimos, no es fácil destinar un tiempo a estos contenidos, que normalmente se ven como algo secundario. Antes está la productividad, los resultados.
Sin embargo, en cada grupo de personas con las que hemos compartido esta experiencia, nos damos cuenta de la necesidad que tenemos todos de sentirnos escuchados, de reconocer cuales son nuestras cualidades, más que nuestros defectos, de entender como desarrollar un mayor autocontrol de nuestras emociones, o la necesidad de saber pedir, de saber valorarse y manifestar las propias opiniones sin miedo a represalias.
Muchos estudios llevados a cabo en el área de la inteligencia emocional, revelan la importancia de desarrollar estas habilidades en el contexto del trabajo, pues son ellas las que posibilitan un desempeño eficaz, en un porcentaje mucho mayor al de tener unas capacidades intelectuales brillantes, o una experiencia profesional determinada en un sector específico.
El desarrollo de la Inteligencia emocional nos permite en primer lugar, conocernos mejor a nosotros mismos, reflexionar sobre cómo nos sentimos, como vivimos las situaciones difíciles externas, si sabemos controlarnos y responder adecuadamente, o bien reaccionamos impulsivamente, qué fortalezas y cualidades nos distinguen, o hasta qué punto sabemos auto motivarnos.
En segundo lugar, si yo me conozco un poco mejor, me comprendo un poco mejor, también seré capaz de entender al otro, de desarrollar una mayor empatía. El objetivo ahora será desarrollar habilidades sociales, que me permitan relacionarme mejor con los demás, y conseguir una mayor eficacia trabajando en equipo, desarrollando un espíritu de colaboración y cooperación.
Cuando asistimos a una sesión de formación, aprendemos conceptos nuevos, practicamos ejercicios que nos ilustran de forma práctica lo aprendido. Pero una de las cosas que todo el mundo valora más es la ocasión que surge para encontrarse unos con otros, la oportunidad de conocerse mejor, fuera del frenético día a día.
Reunir a las personas en un curso de formación de inteligencia emocional permite destinar un tiempo a conectar con el ser humano que todo somos, y puede ser el inicio de un viaje a nuestro autoconocimiento que nos lleve a sabernos apreciar mejor, y a saber apreciar mejor a los demás.