Esclavo emocional

Grilletes y cadenas son elementos que se relacionan con facilidad a los presos y los esclavos. Son objetos que bloquean el cuerpo impidiendo la movilidad y forzando la cercanía con la pieza a la que estamos unidos.
Estos conceptos físicos dieron el salto a nuestra mente para representar, mediante analogías, esos elementos de nuestro pensamiento que nos mantienen unidos a ciertas emociones.

Se atribuye a Buda la cita: «Quien te enfada te controla».

Si partimos de la base de que somos soberanos de nuestros procesos mentales porque nacen y se desarrollan en nosotros mismos, entonces también somos los que, en nuestro interior, creamos un «grillete», una cadena que nos vincula una persona concreta con una emoción determinada, por ejemplo, la ira.

Esto sólo es posible si otorgamos el poder a esa persona para enfadarnos. Está mal dicho «Esa persona me ha hecho enfadar». Lo correcto es decir, «Le he otorgado a esa persona el poder de hacerme enfadar». En el peor escenario, si ese individuo detecta que tiene ese dominio sobre nosotros, puede utilizarlo a voluntad, esto es, puede enfadarnos cuando lo crea conveniente para bien de sus propósitos.

En el instante en que detectamos que somos nosotros los que hemos concedido el poder a una persona para hacernos enfadar, ¿Qué nos impide abolir, denegar esa autoridad y control que tiene?
Recordemos al señor Reyes (LA LEY DEL ESPEJO) cómo utiliza una forma de romper el grillete nocivo que le unía a su hermano.

La cadena que une a esa persona con nuestra ira podemos romperla. Dejaremos de ser esclavos de ella y, por tanto, seremos un poco más libres. ¿Tienes más grilletes por romper?

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