De las definiciones que aparecen en la RAE de la palabra «equilibrio» la que más me gusta es la número 5: «Ecuanimidad, mesura y sensatez en los actos y juicios.»
VIDA EQUILIBRADA aparece frecuentemente como objetivo de muchos, sin saber demasiado en qué consiste. Unos piensan que es sinónimo de aburrido, otros de tranquilidad o balsa de aceite donde nunca ocurre nada.
Siguiendo la forma de actuar del Universo, que parece sabio, detecto tres grandes ciclos en la aproximación a la VIDA EQUILIBRADA: Contracción, Expansión y Cuidados. Vamos a conocerlos más a fondo.
FASE DE CONTRACCIÓN.
Una primera etapa pasa por conocer el lugar en el que me encuentro y notarme a mí mismo. Ayuda bastante realizar periódicos apagones del mundo, representados por el móvil, el ordenador o las noticias de la televisión. A continuación, es un buen momento para plantearse la posibilidad de pasar algún tiempo solo. ¿Es eso posible? Puedo salir a caminar un rato en solitario si esta solitud no puedo encontrarla en casa. Empiezo a ver más cosas. Puedo detectar elementos a prescindir. Aprendo a decir NO a todo aquello que no sea esencial.
Quito grasa a mi agenda personal. Una vez limpiada la agenda focalizo en las personas que me restan, que emiten toxinas, que siempre se quejan y nada aportan. Si no puedo evitarlos por completo, intento disminuir la interacción con ellos.
FASE DE EXPANSIÓN.
Ya estoy preparado para hacerme más grande. Provoco encuentros con aquellas personas que SI me aportan, que recargan mi energía. Los invito a tomar algo, genero conversación. Busco el juego y, aunque no tenga hijos, nada me impide observar la conducta lúdica que se produce en los parques infantiles. Salimos a explorar. Nos iniciamos en el caminar sin meta, sin obligaciones. No hace falta llegar al extremo de Henry D. Thoreau cuando decía:
«Fui a los bosques porque quería vivir solo, deliberadamente, para afrontar los hechos esenciales de la vida y ver si podía aprender lo que tenía que enseñar y no descubrir, a la hora de la muerte, que no había vivido. No quería vivir lo que no era vida, ni quería practicar la renuncia, a menos que fuese necesario. Quería vivir profundamente y extraer toda la médula a la vida, vivir de una forma tan intensa y espartana que pudiese prescindir de todo lo que no era vida.»
¿Me apetece agrandar mi conciencia? Quizás sea el momento de comenzar las clases de pintura acuarela que hace tantos años que estoy pensando hacer y nunca me decido. También detecto que ya no camino siempre por los mismos lugares. Empiezo a disfrutar de la novedad, de la curiosidad, del interés por lo que no he sentido hasta ahora.
FASE DE CUIDADOS.
Esta es una fase especial pues es atemporal. Está presente desde el primer momento y acompaña a las otras dos en su desarrollo. Cuando hablo de ‘cuidados’ me refiero a mí mismo. Quiero ser el que mejor me conoce y voy a crear un plan de diversión. voy a reír, bromear cuando sea necesario y utilizar el sentido del humor cuando lo considere necesario. Puedo incluso, tener a mano una frase graciosa cada día, que pueda leer al levantarme. También escucho mi propio cuerpo. Empiezo a atenderme. Me fijo en lo que como y me informo de aquello que puede dañar mi organismo. Una buena salud es uno de los mejores compañeros que puedo tener en la vida. Y finalmente, me olvido de los remordimientos por ser feliz. Me doy un capricho. Un viaje, una película, una buena comida. Cosas que me satisfacen y me premian por lo mucho que me quiero.